Brevísima historia de nuestra resistencia a Hidroituango
Para que la esperanza fluya surge el Movimiento Ríos Vivos
Un Movimiento para la esperanza
El diagnostico era “en estado crítico” la violencia nos había dejado sin esperanza y algunos viendo a la enfermedad como única posibilidad. Después de tanto dolor, masacres, bombardeos y sueños destruidos creímos que no podía haber algo tan parecido al terror y al control que han impuesto los grupos armados en la zona pero surge Hidroituango que asombra cada vez que comparamos sus estrategias: amenazas, señalamientos, persecución, nos podemos mover sólo por donde ellos decidan, desplazamientos forzosos que para la empresa son desalojos pero lo peor es la permanente angustia de no saber que va pasar con nuestras vidas.
Al principio pensamos que la idea de protestar ante el “monstruo” era una locura, que nos matarian en el primer intento o nos desaparecerían o meterían a la cárcel, aún algunos lo siguen pensando y con toda razón pues todo esto era cierto todo eso nos ha pasado y sigue pasando. Primero grandes y pequeños encuentros, asambleas casi clandestinas porque el Ejército y la Policía hicieron desde el principio todo su esfuerzo por evitar que nos encontráramos los afectados; mucho tinto y una reunión tras otra en cafeterías, en cada parque de los municipios afectados, en susurros conversabamos sobre qué hacer, algunos decían que de todas maneras si nos quedábamos cayados también nos podían matar, que no hacer nada no era garantía de seguir vivos, pero hacerlo tampoco, que la vida en estas tierras siempre ha valido muy poco. Cuando asesinaron al líder Nelson Giraldo muchos expresaron que por lo menos alguien se había enterado de su muerte, que nuestro Movimiento sirve para eso para que la vida valga algo.
Poco a poco fuimos perdiendo el miedo, al primer paro llegaron tres personas y ellas empezaron a protestar, se apostaron en la vía e impedían que las grandes maquinarias de Empresas Públicas de Medellín (EPM) por unos minutos pararan la destrucción a las montañas. Después llegaron otros y otras, bajaban de cada montaña; fueron como saliendo de un letargo causado por del debilitamiento de años sin esperanzas, nos fuimos despertando como en las mañanas después de una dura y larga pesadilla que casi parecía un estado de coma. No sabíamos que pedir y tampoco como llegar a acuerdos, esto ha sido lo más duro de reaprender, no había una ruta, un horizonte claro, estábamos ahí en el Valle de Toledo en tensión y a la expectativa; ya éramos cientos sin contar con los hombres del Escuadrones Móviles Antidisturbios de la Policía Nacional (ESMAD), el Ejército, la Policía, Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL de la Policía Nacional (DIJIN) y todos los que llegan a las protestas en Colombia como delegación privilegiada del Estado para mostrar su poder y resolver con violencia lo que la violencia produjo. Unos los llamaron robots, nunca se había visto en estas tierras al ESMAD, por su caminar y atuendo, y fueron fruto de risas y trovas. Aparecieron las rimas y las consignas como concreción del sentido de nuestra indignación y elemento unificador, el campamento se llenó de palabras que repetimos
como un canto a la vida y empezamos a marchar hacia los campamentos de EPM que con su vigilancia privada armada nos intimidaron de manera constante con la excusa de que “sólo cumplían con su trabajo” Las palabras se usaron, el debate empezó, el gobierno mostró su incapacidad para resolver los conflictos y nosotros nos reencontramos en una fiesta con lo que éramos, con lo que somos y con lo que queremos seguir siendo; bailamos, trovamos, hicimos concursos, peleamos, aprendimos cosas nuevas, empezamos a recuperar el orgullo de ser campesinos y campesinas. Aparecieron las poesías, las carteleras y los dibujos, las sancochadas y los recuerdos, los paseos de olla; los de Peque que no conocían a los de Briceño se enamoraron, así los de San Adres y Briceño, los de Ituango y Valdivia, Toledo y Sabanalarga, hoy hay muchas familias conformadas en la resistencia pero sobre todo está la Familia Ríos Vivos Antioquia para construir sueños, para estar en las buenas y en las malas.
El “estado crítico” de organización social logrado por la violencia, en donde no había ni una sola organización que se opusiera a este megaproyecto, hizo que surgiera con dignidad un Movimiento que articula ya no a personas sino organizaciones de mujeres, barequeros y barequeras, pescadores, arrieros, agricultores que decidimos luchar en contra de las injusticias, por decidir lo que queremos que sean nuestras vidas, por permanecer en el territorio, por contar la otra versión a la de la empresa engañosa y falsa que destruye el Cañón del Río Cauca, eso es Ríos Vivos una articulación para mover la esperanza.