Un requisito indispensable para el despojo por megaproyectos minero energéticos en Colombia es despejar las zonas de sus habitantes ancestrales e impedirles por todos los medios posibles que reclamen sus derechos. No hay posibilidad de represa alguna en el país o explotación minera sin vulnerar los derechos de las comunidades, especialmente los derechos culturales.
Para que nadie se oponga el primer paso para el despojo es anular la cultura y la memoria, la particularidad de los pueblos y sus identidades son la principal motivación para defender los territorios y organizarse en contra del opresor-despojador.
El verdadero rostro del Cañón del Río Cauca ubicado en el norte y occidente de Antioquia cuyas poblaciones hoy están siendo desalojadas forzosamente por Hidroituango, se remonta a vestigios hallados con más de 2.500 años de antigüedad que demuestran la existencia de la cultura barquera o cosechadores de oro descendientes de los Nutabes (artesanos que con sus bateas y hojas de sauce esperan el momento apropiado del río para cosechar un rial de oro), pocos arqueólogos conocen la Nación Nutabe y su dominio en estas tierras.
Durante la colonia surge en este mismo Cañón uno de los más importantes departamentos de Colombia, Antioquia. Santa Fe de Antioquia conocida como la ciudad madre de los primeros antioqueños es uno de los municipios impactados. Hidroituango inundará el mito fundacional de una cultura de hacha y machete que antes avanzaba con la frontera agrícola y hoy inunda su memoria con la misma ambición con la que destruyo miles de hectáreas de bosque. A los paisas, tan berracos y echados pa’ delante, les importa un bledo inundar su historia, se pasean tranquilos por el Puente de Occidente y sin ver el “progreso” que inundará la historia.
Las comunidades cañoneras han vivido una gran victimización al servicio de Hidroituango: 46 masacres cometidas principalmente por los paramilitares, más de 105 mil víctimas, 80 mil de ellas por el delito de desplazamiento forzado, casi dos mil desapariciones forzadas y cientos de cuerpos enterrados en las riberas del río Cauca están siendo destruidos y van a ser inundados. La memoria y posibilidad de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición se ven cercenadas por Hidroituango, la fiscalía esta realizando exhumaciones con dineros de la obra, sus dueños y promotores Empresas Públicas de Medellín EPM y la Gobernación de Antioquia ¿Que imparcialidad puede tener?
Las víctimas de la colonización y borramiento cultural como nutabes y barequeros, las víctimas del conflicto armado son las mismas víctimas de Hidroituango, enseñan al mundo la dignidad de recordar, de reconocer lo que se es y defender lo propio. Los nutabes (pueblo indígena declarado extinto) constituyeron el primer Cabildo en Orobajo uno de los poblados que será inundado. En 1998 en este poblado ocurrió una masacre de cinco personas, esta y y las demás masacres del Cañón han quedado en la impunidad. Recientemente los cuerpos que la misma comunidad había enterrado y por los que nadie se había preocupado fueron de interés para el Estado, la fiscalía entro por ellos, se los llevo y sus familiares esperaron mas de un año para saber en donde estaban, aunque hay cementerio en el antiguo poblado los restos fueron enterrados en Sabanalarga porque “para que devolverlos si el cementerio se va a inundar”
Las víctimas de las masacres e Hidroituango se están organizando, buscan resignificar su dolor y generan espacios de duelo en donde pensar de otra manera lo sucedido y las ausencias por esto en el mes de agosto de 2014 cerca de 100 víctimas se reunieron en el Puente Pescadero (comunica los municipios de Toledo e Ituango y también será inundado por Hidroituango) a rendir homenaje a sus víctimas, especialmente a las cientos que fueron arrojados al río desde este puente y aún se desconoce su paradero. El mismo día se inauguró La Casa de la Memoria de La Arenera, un espacio humilde en el que los muertos y desaparecidos hacen parte de la lucha por conservar la cultura cañonera. Este espacio así como todos y cada uno de los barequeros que obtienen sus medios de subsistencia de La Arenera serán desalojados forzosamente por Hidroituango. Un acto administrativo borrará su cultura y el esfuerzo colectivo de memoria realizado por las mismas víctimas ante un Estado indolente que privilegia el lucro por encima de la historia, la verdad, la memoria y la protección de los más humildes y vulnerables.