El Movimiento Colombiano en defensa de los territorios y afectados por represas, Movimiento Ríos Vivos, tras reflexionar sobre los momentos previos, durante y posteriores a la refrendación de los acuerdos de la Habana, manifiesta sus incertidumbres y sentires en relación a los acuerdos alcanzados, la jornada del plebiscito del 02 de octubre y propuestas para el nuevo escenario nacional:
La construcción de paz es un proceso complejo y de largo plazo con el cual está comprometido el Movimiento Ríos Vivos, así como otros movimientos y organizaciones sociales que al unísono defendemos la vida y el territorio. Este proceso implica cambios estructurales que atiendan los conflictos sociales y ambientales que han deteriorado los bienes comunes del pueblo colombiano.
La violencia como método para forzar el ordenamiento de los territorios debe parar. A lo largo de varias décadas el Estado Colombiano ha sido el principal actor de violencia armada, social, ambiental, política e incluso jurídica, que la usado como forma privilegiada de abordar los conflictos socioambientales incluso en años precedentes al conflicto armado que se pretende concluir. Por tanto, no atender dichos conflictos desde la perspectiva de la protección y respeto a las múltiples culturas en materia económica, social, ambiental y cultural implica la profundización de las problemáticas y heredarlas a las siguientes generaciones. Celebramos por tanto el empeño de la palabra, el diálogo y los acuerdos sobre cualquier acción bélica o de violencia
Colombia ha sufrido históricamente una polarización intencional que se debe superar. El centralismo y federalismo se sigue expresando en las prácticas políticas partidistas, representados por el partido conservador y el liberal, Santistas y Uribistas y demás corrientes en el orden del día. Esta polarización solo le es funcional a las elites dominantes pues impide abordar los reales conflictos y permite excluir a los otros sectores de la sociedad que proponemos un país diferente.
Esto ha permitido que en Colombia se instaure un Estado Corporativo en el que se privilegian los intereses privados nacionales y extranjeros a partir de discursos y políticas contradictorias que simulan un interés social mientras despoja a la mayor parte de la población. Sobrepasar la polarización permitirá dar cuenta del principal de los conflictos: el modelo de desarrollo que se impone en Colombia para la concentración de grandes capitales, privatización de las aguas, tierras y acceso limitado a bienes naturales el cual es el principal responsable de que los despojados se vean empobrecidos y sin acceso a alimentación, salud, vivienda y educación.
La confrontación entre las FARC y el Gobierno Colombiano debe superarse de fondo pues alude a uno de los conflictos históricos la tenencia, uso y concentración de la tierra. Si bien los acuerdos son un avance muy importante, poco de ellos está por fuera de la Constitución y las leyes, lo que da cuenta de la desatención del Estado a los sectores más vulnerables de la población, en otras palabras, gran parte de los acuerdos debió haberles dado trámite el Estado hace mucho tiempo.
De los actuales procesos con las insurgencias destacamos, como avance, la posibilidad de posicionar que no es posible que se siga matando por tener ideas diferentes y que se impida la participación de quienes piensan de otra forma; es decir, se ha avanzado en la propuesta de transformación cultural que requiere Colombia, de respeto a la vida humana y no humana. Para ello la esperanza de verdad es un gran aliciente que debe complementarse con la búsqueda de Verdad Ambiental, necesaria para la resolución de todo conflicto territorial y como garantía de no repetición.
El cese a la guerra contra la naturaleza y contra las organizaciones de la sociedad civil son nuestro gran anhelo. Esta guerra se expresa en cientos de conflictos socioambientales que hoy agobian el país y en la persecución de líderes y lideresas sociales, la criminalización de la protesta social, las violaciones a los derechos humanos, la ausencia de garantías para la participación social y política entre otras estrategias, que hacen que hacer uso del derecho a la constitucional a la libre Asociación en Colombia sea una tarea de alto riesgo.
Por otra parte, a pesar el camino recorrido en la construcción de los acuerdos para la terminación del conflicto armado con las FARC, siguen vigentes las preocupaciones y demandas frente a los conflictos socioambientales y a la revictimización de la población generados por la imposición de megaproyectos y la política de confianza inversionista a las que el conflicto armado en Colombia les ha sido útil. Se hace necesario e inaplazable avanzar en la propuesta de crear una Comisión de la Verdad Ambiental que esclarezca las causas y los factores de permanencia en el tiempo de la relación entre conflicto armado y megaproyectos minero energéticos y agroindustriales entre otros múltiples daños a la naturaleza que la convierten en víctima en sí misma. Esta propuesta fue enviada a la mesa de la Habana por el Movimiento Ríos Vivos y solicitamos sea reconsiderada.
Frente a la jornada de refrendación de los acuerdos del pasado 02 de octubre consideramos que la incertidumbre fue la gran ganadora. La percepción generalizada es de inmensa incertidumbre, como en todo país en guerra no sabemos lo que ocurrirá al día siguiente, la idea de futuro es difusa y la distancia de la mayoría de ciudadanos de participación real en las decisiones del país hace que se tenga la certeza de que otros, muy lejos, son los que deciden por nosotros, incluso que el voto tiene poca relevancia porque “ya todo está arreglado”. Esta incertidumbre se agudizó con el NO pero no desaparecía con el SI.
En general, la población afectada por represas de nuestro Movimiento no tuvo tiempo suficiente para conocer y reflexionar sobre la totalidad de los acuerdos, algunos de ellos no son claros y generan grandes interrogantes. Además, muchos votantes del NO se acercaron a las urnas con temor infundido a partir de falsos argumentos y manipulación, como la posibilidad de pérdida de subsidios, disminución de ingresos salariales entre otros; por otra parte, la amenaza latente de entrada de paramilitares a diferentes zonas hizo que muchos se inclinaran por el NO, sin decirlo pero con el corazón pensando en que los territorios continuarían con el conflicto armado sino se da una atención prioritaria por parte del estado a este fenómeno.
La impopularidad del presidente Santos entre los afectados por represas también contó pues mientras habla de paz, él ha impulsado diversos proyectos hidroeléctricos que han implicado el despojo, es difícil para una familia que ha perdido todo o ha sido desalojada violentamente por la construcción de una represa promovida por este gobierno que siga su discurso de paz. Además, muchas personas se sintieron encerradas, acorraladas sin posibilidad de resolver sus interrogantes antes de la votación, dado que un SI o un NO en un asunto que les cambia la vida no es legítimo ni adecuado en un contexto de guerra: por otra parte cuando se ha intentado aportar al proceso de construcción de paz desde los territorios, como en el caso del desminado piloto en El Orejón y de sustitución de cultivos de uso ilícito en Briceño, Antioquia, la Cancillería y delegados del Gobierno han excluido y discriminado a integrantes del Movimiento Ríos Vivos Antioquia por sus posturas críticas y sus propuestas de autonomía y de rechazo a la corrupción, hoy tratan de seguir imponiendo metodologías y propuestas para el piloto de sustitución, prueba de ello es que desdeñaron la propuesta colectiva elaborada por las organizaciones locales.Los partidos tradicionales y la política clientelista son responsables del gran daño que le han hecho a Colombia. En varias regiones la gente se quedó esperando el transporte que los llevaría el sitio de votación, otros se quedaron esperando el tamal para ir a votar, esperando a que el político de siempre les dijera que hacer, se quedaron esperando la parranda donde les dijeran por quien votar, se quedaron esperando las promesas en la puerta de los ladrillos, tejas, el bulto de cemento o la tapada del hueco en la calle para incentivar su deber patriótico de votar.
La pedagogía para la paz no fue acertada ni suficiente para superar estos vicios históricos incentivados y heredados por la politiquería en Colombia. En esta tarea los partidos políticos no asumieron en la práctica las campañas de apoyo a la refrendación ni tampoco el gobierno nacional contrario a los discursos y declaraciones en los medios.
Las campañas recayeron en los movimientos y organizaciones sociales que aunque algunos no estuvieramos de acuerdo con la forma de refrendar los acuerdos o con los vacíos de los acuerdos en términos ambientales, seguimos impulsando las campañas reconociendo la importancia de avanzar en la terminación del conflicto armado con las FARC. Sin embargo, tras los resultados del 02 de octubre, los convocados a la mesa son los partidos políticos, las iglesias que confundieron a la población y que ven como necesarios los acuerdos para lucrarse con proyectos que en poco o nada benefician a las poblaciones afectadas por el conflicto, aumentando la vulnerabilidad de las mismas, la desigualdad social, perpetuando la exclusión y generando condiciones de dependencia; un ejemplo de esto es el contrato millonario sobre posconflicto que tenía la Pastoral Social mientras contradictoriamente diversos párrocos de la Iglesia Católica en sus sermones y emisoras impulsaron el NO. Ríos Vivos considera que para la construcción de paz desde los territorios es necesario que los proyectos sean ideados y ejecutados por las comunidades receptorasFrente a las expresiones populares que se han tomado las calles para que su voz también sea escuchada, alertamos frente a la intervención de organizaciones de la sociedad civil que tan solo ven la paz como un nuevo negocio o fuente de financiación; hemos visto como varias organizaciones que no hablaban del tema públicamente pero que si estaban formulando proyectos relativos a la paz, hoy están aportando buses y recursos para las movilizaciones.
El camino correcto es la construcción de propuestas sin intervencionismos desde los territorios barriales, desde los espacios asamblearios de organizaciones populares y campesinas, de afectados por proyectos minero energéticos; nosotros, los de a pie, los humildes, los empobrecidos, las víctimas del conflicto, las víctimas del desarrollo, los revictimizados somos los llamados a materializar la paz que necesita Colombia.
Este conjunto de factores aunado a los miedos y secuelas de la guerra, que con certeza compartimos con otros sectores de la población, dan cuenta de las altas cifras de abstencionismo de la jornada del 02 de octubre y de los grandes desafíos que aún el gobierno debe atender para materializar la construcción de paz en Colombia. Por tanto, es reprochable que los resultados de la jornada del plebiscito se los atribuyan sectores como las iglesias cristianas o el Centro Democrático quienes intentan tomar una vocería generalizada de los resultados de la jornada.
Frente a estas realidades, Ríos Vivos seguirá haciendo un gran esfuerzo de reflexión y debate desde los territorios rurales y barriales, le apostamos al proceso y no consideramos que los acuerdos pactados se debieran reformar y sobre todo si eso implica el aplazamiento del fin del conflicto armado y retrocesos para la búsqueda de verdad; las reformas propuestas por el Centro Democrático son una trampa que mina los anhelos de paz, de ser aceptada por el gobierno nacional, tendrían que buscarse también las reformas que propongan las iglesias, los abstencionistas y los que temen al paramilitarismo y que votaron por el NO, de igual manera tendrá que atenderse a los que no pudieron votar por las amenazas de los paramilitares (Asociaciones de pescadores articuladas a Ríos Vivos en el bajo Cauca de Antioquia, Puerto Wilches Santander, por ejemplo).
También es necesario tener en cuenta, con la contundencia necesaria, que algunas de las organizaciones y movimientos que se movilizaron por el SI no se distanciaron del Gobierno de Santos y lo que representa, a muchos del SI no nos representa el presidente, por eso también exigimos un espacio para el diálogo en el que el ejercicio de construcción de paz involucre las propuestas emanadas desde los territorios, en especial aquellas que profundizan aspectos ambientales y culturales.
En esta nueva fase del proceso se debe replantear la pedagogía y atender las incertidumbres que se generan en torno a la implementación de los acuerdos, como por ejemplo, la puja por el dominio territorial de otros actores de conflicto, guerras urbanas, el fortalecimiento de grupos armados ilegales, militarización de territorios, zonas inseguras a pesar de haber sido desminadas, exiguas garantías de cohabitación y protección en la ruralidad frente al modelo extractivo; más aún cuando la respuesta gubernamental tras conocer los resultado del plebiscito fue la militarización inmediata de caminos y carreteras en varias regiones del país.